Código y algoritmos: un taller para comprender la cotidianidad

Quieres ver una serie. Pides comida a domicilio. Recibes un correo electrónico no deseado y decides marcarlo como spam. ¿Qué une a estas realidades cotidianas? Los algoritmos están más presentes que nunca en nuestra vida pero, ¿sabemos qué son y cómo convivir con ellos?

La palabra «algoritmo» se ha hecho un hueco en nuestro léxico cotidiano. Lo relacionamos con lo digital, la informática y con los últimos avances tecnológicos. Pero lo cierto es que los algoritmos llevan formando parte de la historia de la humanidad desde sus inicios. De hecho, son anteriores a las máquinas tal y como las conocemos hoy en día. Entonces, ¿qué está pasando con ellos?

Introducción al algoritmo

En Prodigioso Volcán quisimos analizar el papel que juegan los algoritmos en nuestra sociedad. Por eso organizamos un taller práctico que nos ayudara a entender cómo funcionan y qué implicaciones cotidianas tienen. Invitamos a nuestras clientas y clientes para que vivieran esta experiencia sensorial de primera mano.

 

 

 

 

Durante la visita, los participantes vieron la evolución histórica que han tenido los algoritmos, desde el antiguo Egipto hasta la actualidad, pasando por los inicios de la automatización en pleno siglo XVII. Además, pudieron conocer algunas obras de arte recientes que explicaban sus aplicaciones en nuestro día a día.

Conviviendo con algoritmos

Una vez concluida la visita, trasladamos esta experiencia a nuestro espacio de Malasaña, donde los asistentes se enfrentaron a una serie de retos interactivos preparados por nuestro equipo de Transformación. Ningún aprendizaje está completo sin una faceta inmersiva y práctica.

Un ejemplo de ello fue el juego ‘Reta al algoritmo’, donde se enfrentaron a una inteligencia artificial simulada con objetos reales. El objetivo era entender cómo detrás de cada IA hay una fórmula y estrategia muy concreta que permite ordenar datos o comparar series de elementos al instante. Es lo mismo que sucede al colocar datos en una columna de Excel. Nada es aleatorio.

¿Puede llegar el día en el que le tengamos que pedir a una inteligencia artificial que nos preparare un sándwich de mantequilla y mermelada? La cotidianidad con la que estamos integrando esta tecnología en nuestra vida parece indicarnos que sí.

Es por eso que en la actividad ‘El desafío de la exactitud’, los participantes aprendieron la importancia de ser precisos a la hora de dar instrucciones a una inteligencia artificial. Ya sea para ordenar una base de datos o para hacer que nos prepare un aperitivo en un futuro no muy lejano, la precisión es clave.

Para ambos casos, los algoritmos y códigos que operan detrás de una IA no son ambiguos, ni poseen la capacidad de interpretación subjetiva con la que cuenta la mente humana. Las instrucciones que les demos no pueden ser iguales que las que damos a una persona.

En ‘Trileros de la IA’ comprobamos que los algoritmos discriminan, pero lo hacen en base a nuestros propios prejuicios. Esta realidad se agudiza si se trabaja con una gran cantidad de información en un tiempo limitado. Gracias a esto, los participantes aprendieron cómo los algoritmos no desarrollan buenas o malas conductas por sí solos. Son reflejo de nuestros propios comportamientos.

Por último tratamos uno de los temas de mayor actualidad en relación con la inteligencia artificial y el uso de algoritmos. En la actividad ‘El test de Turing’ agudizamos la vista para tratar de distinguir obras de arte hechas por humanos de otras creadas por la IA. Esto dio pie a una reflexión sobre el futuro del arte y la creatividad y su relación con la tecnología.

Un aliado para el futuro

Gracias a este taller nuestros invitados e invitadas tuvieron una idea muy real acerca de las características que tienen los algoritmos. Y, con ello, se llevaron un valioso aprendizaje sobre cómo forman parte de multitud de actividades cotidianas. Desde ordenar datos en el trabajo hasta seleccionar la serie que vamos a ver, los algoritmos están ahí.

Entender la utilidad de los algoritmos y aprovechar el potencial que nos ofrecen en el futuro. Estas fueron las motivaciones que nos impulsaron a crear esta experiencia, pero también quisimos concienciar acerca de sus límites.